Durante el período de crianza debe existir, como parte del desarrollo del vínculo entre padres e hijos, momentos de diversión, juego, entretenimiento y gozo. Siempre debe de haber un balance entre los límites y la nutrición afectiva.
Cuando los seres humanos compartimos momentos placenteros y divertidos, el cerebro produce un neurotransmisor llamado dopamina. Al recibirlo, las células del cerebro motivan a repetir la actividad que desató la producción de este neuroquímico.
Cuando nos divertimos juntos con nuestros hijos, el cerebro recibe una serie de mensajes que favorecen el vínculo y la cooperación. Aprende que la relación con mamá y papá también puede tener un lado lúdico y relajado; que ser familia puede ser divertido, y esto motivará a cada miembro a querer pasar tiempos juntos.
Cada papá y mamá deben buscar las actividades que les interesa realizar con los niños, pues es importante que la diversión sea mutua: cocinar algo, leer cuentos, entretenerse con juegos de mesa, bailar, tener una guerra de almohadas, hacer un día de campo, etc.
Es muy importante mantener la atmósfera relajada, por lo que, si vamos a cocinar, hay que estar hechos a la idea de que no todos los ingredientes acaben dentro del tazón de la mezcla, esto es normal.
Si la actividad es ligeramente competitiva (jugar con una pelota, meter goles, etc.), hay que cuidar que ninguno de los participantes (incluidos el papá) consideren que ganar es el objetivo del juego, esto lo podemos lograr si nos mantenemos juguetones y le quitamos seriedad al asunto. Las actividades donde hay esfuerzo físico y risa (como los almohadazos) son perfectas para favorecer la descarga y la reconexión.
La novedad y la sorpresa también generan producción de dopamina. Ser creativos y espontáneos como papás y sorprender a nuestros hijos, atrevernos a jugar, a ser juguetones, hacer el ridículo, contar chistes etc. No siempre es fácil, pero bien vale la pena el esfuerzo de transitar de nuestro “Estado adulto” en el que solemos vivir al “Estado de juego”.
Estas actividades generan recuerdos perdurables, nos hacen pasar a un estado mas receptivo que favorece el funcionamiento neuronal que nos deja una clara sensación de este conectados y de bienestar.
Lía Marroquín
Psicológa Clínica especialista en Apego
Master en Psicología en Salud Mental Infanto-Juvenil