Seguro que como mamás nos enfrentamos muchas veces a hijos melindrosos o que no quieren comer ciertas comidas, ¿o me equivoco? ¿Sabías que existe una gran conexión con el desarrollo sensorial para muchos de los que son melindrosos y que puedes aprovechar las actividades sensoriales para ayudar a tu comensal a tolerar comer más texturas de comida e incluso que se siente por más tiempo a la hora de la comida?
Ok, ya se. Seguro te estarás preguntando qué tiene que ver el desarrollo sensorial y el hecho que un niño sea o no melindroso. En realidad, ¡tiene mucho que ver!
Comer es una experiencia completamente sensorial.
Veamos juntas el proceso de comer.
Para empezar a comer vemos la comida. Nuestro sistema sensorial recibe información visual. Un niño melindroso con tan sólo ver la comida dirá si la quiere o no comer.
En algunos casos podríamos, de manera discreta oler la comida o bien la olemos al momento en que se está preparando. Aquí nuestro sistema sensorial recibe información olfativa.
Si las dos primeras pruebas son superadas por un comensal melindroso, la prueba de fuego sería por la información táctil que nuestro sistema sensorial recibiría a la hora de tocar la comida ya sea con las manos o en el interior de la boca.
Y no se diga de la sensación que provoca el sabor de la comida.
Y si quisieras ir más lejos con los sentidos y su relación con la comida, piensa en las muchas formas que un niño melindroso tiene para evadir la hora de la comida. Seguro lo hará no apareciéndose en la mesa, corriendo por el comedor o cocina, evitando sentarse a la mesa al llamado que la comida está lista. Esto sucede porque en su mayoría, un niño melindroso podría mostrarse más activo buscando la propiocepción y la entrada vestibular.
¡Ahora viene el reto!
Quiero proponerte una serie de actividades que podrás realizar en casa con tus hijos para promover el juego sensorial que ayudará a tu hijo melindroso y al que no lo es, ¡lo divertirá mucho!
