Definitivamente no soy perfecta, ¡pero soy mamá!

Definitivamente no soy perfecta, ¡pero soy mamá!

La maternidad te cambia la vida y te enfrenta a muchos cambios de estilo de vida. The not so perfect Mom comparte su conmovedora historia de amor y valentía.
Mi experiencia como mamá Leyendo Definitivamente no soy perfecta, ¡pero soy mamá! 6 minutos Siguiente Celebra tu "Mamiversario"

Para poder compartir sobre mi experiencia en la maternidad, debo empezar por contarles que por muchísimos años supe que nunca podría tener un bebé. Tenía 19 años cuando escuché el primer diagnóstico médico y me encontré en mi cuarto, llorando la pérdida del sueño de ser mamá. Definitivamente fue una lucha interna que me acompañó durante los años siguientes, hasta que decidí que no iba a llorar más, era el momento de aceptar mi realidad, vivir con ella y encontrar la felicidad a pesar de que mi sueño más grande no sería posible. Poco a poco fui haciendo paz con mi situación y eso me ayudó a vivir sin prisa. No tenía planes de casarme joven, el famoso reloj interno no era ninguna presión para mí. Admito que me ponía nerviosa el pensar en encontrar a esa persona que me movería el mundo y tendría que ser honesta en cuanto a mi salud, pero definitivamente Dios tenía planes inimaginablemente más grandes de lo que mi pequeña mente podía siquiera pensar, prueba de ello, mi hermoso hijo que pronto cumplirá dos años. 

Entre preparativos y emociones
Cuando nos enteramos que nuestro bebé venía en camino, entré en shock, recuerdo perfectamente que tenía una mezcla de llanto, risa y temblor! Poco a poco, fueron pasando los días y no solo mi embarazo se hacía más real si no que teníamos una emoción desenfrenada! Teníamos listas de compras, proyectos al rededor de la casa y todo tipo de celebraciones. De acuerdo al médico, el embarazo fue de alto riesgo y cada mes eran nuevos retos. Cada vez que el doctor hablaba de “los riesgos del mes” mentalmente yo lo silenciaba y llenaba mi mente de pensamientos positivos.

Llegando a las últimas semanas de embarazo me empecé a llenar de temor, estuve mas consciente del riesgo durante el parto y de pronto toda la fortaleza que había levantado en 36 semanas, empezó a derrumbarse. Lloraba constantemente, tenía pánico del momento de la cesárea, miedo a perderme el privilegio de ver a mi bebé crecer, pero en medio del miedo, la única fuerza interior en mi, la utilicé para recordarme que yo ya estaba por ver a mi bebé.

El parto definitivamente no fue sencillo y la parte no agradable es que yo estaba despierta escuchando todo, recuerdo momentos de estrés donde no quería ni cerrar los ojos porque aunque estaba cansada, era el momento de pelear por mantenerme alerta y ver a mi bebé. Mis recuerdos de ese momento son tan vívidos, luchaba sin detenerme, porque había un bebé ya afuera que necesitaba de mí. 

Recuerdo muy poco del resto del primer día de nuestro bebé, yo estaba bajo el efecto de muchísimos medicamentos y mi cuerpo teniendo reacciones super extrañas, pero lo peor ya había pasado y yo solo quería llegar a la casa y empezar nuestra vida como familia con bebé. Con mi esposo, decidimos que no le pediríamos a nadie de la familia que se quedara esos primeros días, queríamos intentar hacerlo solos, yo no imaginaba que pronto empezaría en mi todo un cuadro de ansiedad. 

Recuerdo haber llegado a nuestra casa con nuestro pequeñito, teníamos cuidado extremo en los cambios de ropa, pañal, baños. Lo veíamos tan pequeño y frágil.

Conforme fueron pasando los días sentí que no podía dejar de cuidarlo, quería estar a su lado todo el tiempo y no tenerlo fuera de mi vista, al punto de no dormir toda la noche, por verlo. Empecé a hacer listados de cosas que debía hacer cada día, cosas que debía llevar dentro de la pañalera, horarios para amamantar, cuidado extremo de la limpieza al rededor de el, recuerdo que si mi bebé lloraba, inmediatamente yo empezaba a sudar sin control. Poco a poco fui agregando tanta presión sobre mí hasta que no pude más, tenía explosión de emociones y lloraba muchísimo. No sabía cómo explicar todo lo que sentía, solo me apartaba en silencio, hasta que poco a poco con la ayuda de alguien, fui procesando y dándome cuenta que en efecto estaba atravesando por un periodo de ansiedad extrema, derivado a todos los miedos que manejé el día del parto y la responsabilidad de cuidar de mi mayor tesoro.

El haber buscado ayuda para hablar fue determinante para liberarme y poder vivir la maternidad en plenitud, lloré cuanto pude, me sacudí del miedo y no le permití que me robara ni un segundo más de ese tiempo preciado con mi bebé. Decidí dejar de exigirme perfección y opté por vivir cada día tal cual como el día llegara, en completa paz de no ser perfecta.

Es increíble que el título de mamá automáticamente nos coloca estándares que debemos alcanzar, de pronto nos encontramos como centro de responsabilidades y con expectativas que nos sentimos en la obligación de llenar sin la consideración de que somos nuevas en esto.

Todo esto me llevó a abrazar el concepto de que cada día nos vamos convirtiendo en mejores mamás y eso que ya empezamos excelente desde el día uno, luchando por nuestra vida, pidiendo a nuestros bebés para hacer contacto piel con piel, llorando del dolor de las primeras amamantadas pero queriendo dar lactancia, eligiendo dar fórmula porque es lo mejor para mi y mi bebé; optando por papillas porque tengo miedo que el bebé se ahogue o siguiendo BLW porque quiero que sea un niño independiente.

No importa el camino que cada una tomemos, absolutamente todos son caminos de amor, lo cual nos hace ya excelentes mamás, no perfectas para el ojo crítico de la sociedad, pero perfectas para esos ojos que se iluminan cuando nos ven y que nos llaman “mamá”.

Sea cual sea tu historia, seguro es una historia de valentía y amor. ¡Qué nadie te diga lo contrario!

Rut Chamalé
@TheNotSoPerfectMom

Comenta

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la Política de privacidad de Google y los Términos del servicio.

Suscríbete

Entérate de nuevas publicaciones en Kiddies Blog.