En general, nos hace falta mucho camino por recorrer para verdaderamente comprender que la salud mental es importante. Frecuentemente, hacemos de menos cuando una persona está deprimida, o cuando está experimentando ataques de pánico, por ejemplo. Somos (aún) una sociedad que necesita “ver” la enfermedad para darle el respeto que merece. Y nuestros hijos no son inmunes a esta percepción. Hola.
Además, la salud mental no abarca únicamente los trastornos de personalidad, depresión y ataques de pánico. La salud mental, se encuentra también en pequeñas conductas y manías que tenemos en nuestro día a día. Frecuentemente, son actitudes que tenemos tan enraizadas dentro de nosotros mismos, que las tomamos como normales. Muchas veces no lo son.
Como padres, tenemos la responsabilidad de modelar actitudes sanas para nuestros hijos. Esto no significa que no cometeremos errores, sino simplemente que tenemos que auto-evaluarnos y buscar siempre mejores maneras de lidiar con nuestras emociones. Nuestros hijos aprenderán de nosotros, simplemente con observarnos.
Por eso, los invito a tomar en cuenta los siguientes puntos, cada vez que afrontamos una situación cargada emocionalmente:
-
Somos responsables únicamente de lo que decimos, no de lo que los demás interpretan. Aunque tratemos de comunicarnos eficazmente y de forma madura, no podemos controlar la reacción e interpretación de los demás. Por lo mismo, tampoco debemos martirizarnos si la otra persona no interpreta las cosas como nosotros quisiéramos. Basta con que seamos honestos y respetuosos al momento de hablar. Lo demás, sale de nuestras manos.
-
De todo conflicto tenemos la oportunidad de aprender. Si nos lo permitimos, podemos aprender sobre nosotros mismos. Podemos mejorar nuestras estrategias de comunicación y aprender a ser más empáticos y comprensivos. O tal vez más claros y asertivos. Cada vez que surge un problema, podemos tomar unos pasos hacia atrás y revisar nuestro actuar y pensar en esas situaciones.
-
No todo tiene que resolverse inmediatamente. No reaccionemos. Respiremos, alejémonos de la situación y luego actuemos. El peor error es sacar conclusiones cuando estamos alterados. Y peor aún, actuar inmediatamente sobre esas conclusiones.
-
Estoy en donde necesito estar. Entonces, si estoy atravesando por este conflicto, es porque algo positivo debo construir del mismo. ¿Qué me enseñó esta situación? ¿Qué otras cosas similares me están ocurriendo? ¿Qué puedo cambiar yo, para que no me siga pasando lo mismo?
-
Nadie es perfecto. Ni yo, ni la(s) persona(s) con la(s) que estoy teniendo el problema. Entonces buscaré la forma de encontrar la paz conmigo mismo y con los demás.
--
Extracto del libro "Paternar con seguridad"