Cuando te encuentres diciendo “¿Por qué me habla así mi hijo?”, mejor pregúntate "¿Por qué se siente así mi hijo?" . Las emociones son procesos fundamentales y complejos del funcionamiento cerebral. No es sencillo explicar qué son y cómo surgen; sin embargo, intentar alcanzar una comprensión sencilla de ellas nos puede facilitar la comprensión de muchas de nuestras reacciones y de las de nuestros hijos. Además, nos puede ayudar a no esperar un control emocional, que es biológicamente imposible para los niños, y nos permite darnos cuenta de que como adultos tenemos un papel fundamental en la capacidad de regulación emocional que los niños desarrollen.
Durante muchos años , la psicología y la educación se centraron en la cognición para hablar de educación y crianza. Pensábamos que lo que había que desarrollar en los niños ( y los adultos) era el aspecto racional. "Controlar” las emociones era uno de los objetivos de una buena educación. Sin embargo, hoy sabemos que en lugar de buscar el control, el objetivo principal es canalizar las emociones y usarlas como guías para la acción y como material para la conexión entre las personas.
Las emociones tienen un papel fundamental en los procesos cognoscitivos y sociales. Sirven como marcadores importantes en los procesos de memoria y aprendizaje y funcionan como el pegamento que une a las familias y a los grupos. Además, la manera en que el individuo aprenda a regular las emociones tendrá un impacto directo en la calidad de su vida emocional.
Las emociones son el contenido y el proceso de comunicación interpersonal entre el recién nacido y sus cuidadores. Por parte del bebé, la comunicación es fundamental a nivel emocional y así se mantendrá a lo largo de la infancia. Cuando un adulto entienda esto, no le quedará duda de la importancia de la comunicación emocional entre los padres y los niños, y entenderá porqué abogamos constantemente por conectar y validar el mundo emocional del niño antes de tratar de redirigirlo o educarlo.
Es importante recordar que los niños nos observan todo el tiempo, somos el referente para su sistema de evaluación- elaboración. Ellos nos miran para tratar de comprender y descifrar sus propias emociones, el mundo y nuestras intenciones. Y esto es debido a que su sobrevivencia depende de ello. Ellos están cableados para notar cambios sutiles en nosotros, como el tono de voz, la expresión facial o la ausencia de ella, nuestros movimientos corporales, etc. Las mentes de los bebés responden a las emociones de los adultos.
Las emociones son claves sociales que reenvían y reciben sin mucha conciencia. Esto puede ser fuente de muchos malentendidos. Si no hablamos con los niños, ellos le darán el significado propio a lo que observan y reaccionarán en consecuencia. Ni ellos ni nosotros hemos recibido una educación para expresar nuestros sentimientos y a veces ni siquiera sabemos con exactitud qué sentimos. Somos los padres los que tenemos la responsabilidad de cambiar esto.
Psicóloga Clínica especialista en Apego
Máster en Psicología en Salud Mental Infanto-Juvenil
Correo electrónico: clinicaliamarroquin@gmail.com
Ig: @lia_lapsicologa
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